The Square, parodia gruesa del snobismo artístico

En uno de los múltiples sketches que articulan The Square, dos jóvenes creativos de marketing especulan sobre la necesidad de llamar la atención del público, incluso independientemente del contenido artístico de la exposición que pretenden promocionar. El director del museo aprueba sin mucha atención la estrategia de comunicación y se desentiende, también, del contenido del vídeo que aspira a ser viral a cualquier precio, apelando tal vez a la inconsistencia de la propuesta: el cuadrado como un santuario de confianza y afecto, de la performer argentina Lola AriasEl dibujo simple de un cuadrado en el pavimento, que invita a los visitantes a sentirse objeto de atención con la propia obra, por el simple hecho de incluirse voluntariamente dentro de sus límites, para experimentar el protagonismo de esta nada. Es algo así como la exposición / no-exposición del arte / no-arte residual de las obsoletas vanguardias artísticas, que hace de la incongruencia un leitmotiv y de la provocación un objetivo: la cosificación de una idea que se diluye en la irracionalidad. Como resultado (ojo spoiler), el vídeo del canal institucional del museo recurre a una imagen salvaje (la explosión de una niña rubia inscrita en el cuadrado). En el film, el escándalo social del vídeo en youtube funciona viralmente según lo pretendido, incluso mucho más allá de los que los imberbes creativos habían calculado, a costa de desencadenar la obligada dimisión del director del museo, que andaba demasiado atareado mirándose el ombligo como para atender a las obligaciones del cargo. En síntesis, la película es una llamada de atención a la epidemia de frivolidad e hipocresía que acecha al mundo de la cultura.

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