El llamado “Diamante maldito”, que fuera del coleccionista Henry Phillip Hope, conocido como el “Diamante Azul” por sus maravillosas tonalidades marinas, está acompañado una trágica historia, pues cuenta la leyenda que todos sus propietarios murieron de forma extraña: comenzando por el Rey Luis XIV de Francia, que murió de gangrena; después perteneció a Luis XVI y Maria Antonieta, quienes acabaron en la guillotina. Robado en los episodios revolucionarios de 1792, la historia del diamante prosigue con episodios de suicidios, linchamientos e historias malditas. En 1820 el diamante fue cortado en dos mitades. Una de ellas perteneció al duque de Brunswick en el siglo XIX, quien cayó en la quiebra de todos sus bienes; la otra, quedó en propiedad del holandés Wilhelm Fals, a quien la robó su hijo, quien acabó suicidándose. Este diamante perteneció después al Rey Jorge IV de Ingleterra, que lo incrustó en su corona y murió poco después. Regalado posteriormente por el príncipe Iván Kanitowski a una vedette, ésta fue asesinada… Trágicas muertes acompañaron después a sus siguientes compradores… En 1958, la maldición, o el miedo, llevó a su último propietario, el joyero Harry Winston, a enviarlo por correo postal al Smithsonian Institution National Museum of Natural History, en Washington, donde actualmente se conserva, aunque han trasmutado su nombre de la tragedia a la esperanza: ahora es “Hope Diamond”.
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